Gracias Benedicto XVI (2a parte)

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Continuando con la reflexión que nos dio pie el día de ayer el sorpresivo anuncio del Papa Benedicto XVI acerca de su dimisión, me quiero permitir profundizar en la siguiente estrofa contenida en su mencionado discurso.

El Papa mencionó lo siguiente:

«Por lo que a mí respecta, también en el futuro, quisiera servir de todo corazón a la Santa Iglesia de Dios con una vida dedicada a la plegaria…»

¿Que quiere decir esto?

¡Que Dios le ha concedido al mundo la enorme bendición de tener a un ex Papa vivo orando de tiempo completo por él!

Esto será un lujo invaluable.

¿Quien mejor puede conocer la iglesia y sus necesidades que quien ya ocupó el puesto más alto de dirección en la misma? ¿Quien sabe mejor que un Papa cuales son las prioridades por las que hay que elevar oraciones a Dios para velar por la santidad de los católicos?

Que una cosa quede clara…

El Papá Benedicto XVI no está claudicando de su vocación.

Lo que sucede es que él ha tomado la decisión de ayudar desde otra perspectiva: la oración. Él cree que en este momento de su vida, puede aportar más valor a la historia de la salvación orando que dirigiendo. Y esta decisión, la de reconocer la propia capacidad según las propias fortalezas, es un acto tremendo de humildad (entendiendo humildad como la virtud poder de ver el mundo tal y como es y no como quisiéramos que sea)

Quienes nos tomamos en serio el poder de la oración, sabemos que esta actividad a la que se dedicará ahora Benedicto XVI de tiempo completo tiene igual o mayor relevancia para el futuro de la Iglesia que el estar dirigiendo los esfuerzos episcopales desde Roma.

Es muy importante que esto quede claro entre los católicos: no perdimos un Papa, sino más bien ganamos un hombre intelectualmente excepcional dedicado profundamente a la oración plena.

Cuentan que Santo Tomás de Aquino, una vez que terminó de escribir lo que es  considerado uno de los tratados teológicos más importantes de la historia (La Suma Teológica) tuvo una revelación mística al celebrar una misa, tras la que mencionó no querer volver a escribir nunca más pues lo que Dios le había permitido conocer en dicha experiencia hacía que sus escritos fueran paja. Santo Tomás a partir de ese momento se dedicó a orar a plenitud por el resto de su vida y no volvió a escribir más.

Así que cada vez que elevemos nuestras plegarias al cielo, tendremos acompañándonos la oración de un hombre cuya voz valió la pene leer, escuchar y por siempre estudiar.

1 Responses to Gracias Benedicto XVI (2a parte)

  1. Denith dice:

    Me gusta, tu manera de ver la desción del Papa. Una bendición para nuestra Iglesia.

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