Lo que verdaderamente importa… (I)

Amigo lector, quiero que te imagines por un instante cómo será el momento de tu juicio final…

Imagina que estás de frente a Dios y alrededor de Él se ubica toda su corte celestial (ángeles, arcángeles, querubines, santos,etc…)

El análisis de tu vida… de toooooda tu vida está a punto de comenzar.

De la decisión que se dictamine en esta corte dependerá si tu destino eterno es disfrutar del amor pleno, total y sublime de Dios o, por el contrario, quedar marginado de esta dicha.

Muy bien… ahí estás, de frente y expectativo a tu momento de inflexión eterno.

Piensa por un instante…

¿Qué crees que se te preguntará?

¿Qué es lo que más peso tendrá a la hora de ponderar las acciones de tu vida?

Es en este momento cuando los hombres hablarán por sí. Tendrán la oportunidad de expresar y dialogar sus razones para la eternidad.

Muchos apelarán a su riqueza material.

«Señor, dime cuanto cuesta el cielo y con gusto pagaré el precio… tan solo dime la cantidad»

Otros tratarán de apelar sus talentos personales para abrirse una posibilidad.

«¡Vamos Dios!… Tú sabes lo mucho que valgo. Sería un error no tomarme en cuenta ¿estás de acuerdo?»

Habrá quienes por primera vez se encuentren en la necesidad  de pensar en Dios…

«Pero…. ¿en serio existías? Que esto de la religión… ¿no era un invento?»

Muchos se verán en la necesidad de usar argumentos tardíamente terrenales…

«Dios… déjame hacer unas llamadas, contactar a unos amigos para ver si puedo arreglar algo…»

Ante todos estos argumentos, Dios y los seres espirituales que ya le acompañan en el cielo se quedarán escuchando… Con toda la atención de su misericordia te dejarán hablar y argumentar todo lo que tu creas conveniente.

Pero al final, una vez que hayas terminado tu exposición humana, te harán una sola  pregunta…

«Ya has hablado… ahora la única cuestión que verdaderamente importa… ¿Cuanto has amado?»

No existe otro parámetro. No hay más variables en la ecuación… Todo dependerá de este único y simple elemento: el amor.

Todos pasaremos por esta pregunta. Esa es la llave del cielo.

De lo que seamos capaces de contestar en ese momento sobre esa pregunta, dependerá nuestro destino eterno.

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