Reflexiones sobre la visita de Benedicto XVI a México

3 abril 2012

Quiero aprovechar que ya han pasado algunos días desde que concluyó la visita de nuestro Papa a tierras mexicanas para compartirles por este medio algunas de las reflexiones que, a mi parecer, resultaron más interesantes de los varios discursos que  Benedicto XVI nos entregó en México.

Son extractos tomados de sus propias palabras mismos que acompaño con algunas breves reflexiones personales…

 

«El discípulo de Jesús no responde al mal con el mal, sino que es siempre instrumento del bien, heraldo del perdón, portador de la alegría, servidor de la unidad.»  (Plaza de la Paz en Guanajuato)

Escuchar estas palabras de boca de nuestro líder, me remontó a la frase de San Pablo en su carta a los Romanos (21-21) «no te dejes vencer por el mal, antes bien vence al mal con el bien«. Simplemente me fascina. En un país en donde existe una maldad agresiva e imperante, no debemos olvidar que dicho mal no se combate con odio ni con rencor… Pensar en el bien y usarlo es la mejor arma.

» Ustedes, mis pequeños amigos, no están solos. Cuentan con la ayuda de Cristo y de su Iglesia para llevar un estilo de vida cristiano. Participen en la Misa del domingo, en la catequesis, en algún grupo de apostolado, buscando lugares de oración, fraternidad y caridad. Eso mismo vivieron los beatos Cristóbal, Antonio y Juan, los niños mártires de Tlaxcala, que conociendo a Jesús, en tiempos de la primera evangelización de México, descubrieron que no había tesoro más grande que él. Eran niños como ustedes, y de ellos podemos aprender que no hay edad para amar y servir…» (Plaza de la Paz, Guanajuato)

El Papa le habló a los niños, esa parte de la población que siempre resulta la más afectada por la falta de Dios en los adultos. Además hace referencia a los primeros protomártires de la evangelización de nuestro continente. Tres niños que habiendo sido reclutados por los primeros evangelizadores franciscanos y dominicos, fueron brutalmente asesinados por los indígenas quienes abusaron de su fuerza al verse imposibilitados de usar la razón. Es igualmente valioso la reflexión de Benedicto XVI cuando dice que  quien descubre a Jesús, llega a concluir que no hay mayor tesoro que Él.
«Un corazón puro, un corazón nuevo, es el que se reconoce impotente por sí mismo, y se pone en manos de Dios para seguir esperando en sus promesas…» (Parque Expo Bicentenario, León Guanajuato. Durante su homilía litúrgica) 
En su homilía del domingo 25 de marzo, Benedicto XVI nos invitó a provocar el cambio en el mundo buscando primordialmente cambiar el propio corazón. Además nos habló de la pureza de corazón entendiéndola como un acto de humildad en que reconocemos que sin Dios nada podemos. Los Santos no fueron a favor de la corriente del mundo… ¡lucharon en contra de ella!
«Pues bien, en este monumento [el de Cristo Rey en el cerro del cubilete] se representa a Cristo Rey. Pero las coronas que le acompañan, una de soberano y otra de espinas, indican que su realeza no es como muchos la entendieron y la entienden.  Su reinado no consiste en el poder de sus ejércitos para someter a los demás por la fuerza o la violencia. Se funda en un poder más grande que gana los corazones: el amor de Dios que él ha traído al mundo con su sacrificio y la verdad de la que ha dado testimonio…» (Parque Expo Bicentenario, León Guanajuato. Durante su homilía litúrgica) 
En estos tiempos de violencia en nuestro país, los mexicanos nos hemos acostumbrado a ver deambular por las calles y carreteras de nuestra nación a las fuerzas armadas del ejército, en quienes el gobierno a puesto la confianza para detener al crimen organizado. En sus palabras, el Papa nos invita a confiar que existe un reino más poderoso que cualquier ejército en el mundo. El reino del amor, cuyo Rey y representante supremo es Jesucristo, Dios hecho hombre. Dirigiéndonos a Él y solo por Él… el mal sucumbirá.
«Mis Predecesores en la Cátedra de san Pedro la honraron [A la Virgen María de Guadalupe] con títulos tan entrañables como Señora de México, celestial Patrona de Latinoamérica, Madre y Emperatriz de este Continente. Sus fieles hijos, a su vez, que experimentan sus auxilios, la invocan llenos de confianza con nombres tan afectuosos y familiares como Rosa de México, Señora del Cielo, Virgen Morena, Madre del Tepeyac, Noble Indita…» 
«…amarla  es comprometerse a escuchar a su Hijo, venerar a la Guadalupana es vivir según las palabras del fruto bendito de su vientre»
(Parque Expo Bicentenario, León Guanajuato. Durante el rezo del Ángelus) 
El Papa sabe perfectamente que estaba en tierras Guadalupanas y con estas palabras quiso enaltecer de una forma bellísima a la patrona de nuestra nación. Si bien, a todos nos hubiera encantado haberle tenido físicamente en la Basílica de Guadalupe, el sumo pontífice con estas palabras se hizo presente de forma amorosa con la dueña de nuestros corazones.
«Sí, la maldad y la ignorancia de los hombres no es capaz de frenar el plan divino de salvación, la redención. El mal no puede tanto…»
«…sabiendo que el Señor ha resucitado, podemos proseguir confiados, con la convicción de que el mal no tiene la última palabra de la historia, y que Dios es capaz de abrir nuevos espacios a una esperanza que no defrauda»
«…ser hombre es ser hermano y guardián del prójimo.»
(Basílica-Catedral de Nuestra Señora de la Luz, León, Guanajuato. Homilía dirigida a  Obispos de America Latina)
En lo personal, la frase «el mal no tiene la última palabra«, me retumbó interiormente en cuanto la escuché. Me conmovió profundamente. No puedo estar más de acuerdo en que el mal no es, ni será, el ganador. Y esto no solo aplica al tema de la violencia social que a todos nos preocupa, sino que también se refiere a la vivencia personal de la fe, que a todos no ocupa. Si bien el mal en cientos de ocasiones toca a nuestra puerta (y le abrimos), esto no significa que esta sea el final de la historia. Siempre, siempre… Dios nos ofrece el bien por la vía del perdón y la misericordia.
Además…. ¿Puede existir una definición más resonante que la que nos ofreció el Papa explicando al hombre como hermano y guardián del prójimo?
 «Queridos amigos, muchísimas gracias por este entusiasmo. Estoy muy feliz de estar con vosotros. He hecho muchos viajes, pero nunca he sido recibido con tanto entusiasmo. Llevaré conmigo, en mi corazón, la impresión de estos días. México estará siempre en mi corazón. Puedo decir que desde hace años rezo cada día por México, pero en el futuro rezaré todavía mucho más. Ahora entiendo por qué el Papa Juan Pablo II dijo: «Yo me siento un Papa mexicano…» (Palabras improvisadas afuera del colegio Miraflores, la noche anterior a su despedida)
Reconozco que estas últimas palabras, así tal cual fueron, improvisadas y llenas de rica informalidad, me sacaron las lágrimas cuando las presencié por Televisión. Aún a la distancia llegaron a mi corazón.
Desde que se anunció que Benedicto XVI vendría a nuestro país, siempre tuve la conciencia de que la figura de Juan Pablo II iba a estar de manera indirecta presente en cada momento de este suceso. México amó a Carol Wojtyla y ahora ama a Joseph Ratzinguer. Cuando el Papa, tras largas horas de espera, salió a despedirse de la multitud que por tres días le acompañó acampando a las afueras de su casa de hospedaje (El Colegio Miraflores), y mencionó que pudo entender por qué su antecesor se consideraba un Papa mexicano, en ese preciso momento se ganó, también él, la nacionalidad mexicana.
«Queridos amigos mexicanos, les digo ¡adiós!, en el sentido de la bella expresión tradicional hispánica: ¡Queden con Dios! Sí, adiós; hasta siempre en el amor de Cristo, en el que todos nos encontramos y nos encontraremos. Que el Señor les bendiga y María Santísima les proteja. Muchas gracias.» (Aeropuerto Internacional de Guanajuato, discurso de despedida)
Adios Benedicto XVI. Adios querido Papa y líder de mi amada Iglesia.
¡México siempre fiel!